Sin despertador, sin reloj, sin cita previa, sin expectativas; confiando a ciegas en la información horaria dictaminada por doctor Google; esperando no esperar nada como técnica infalible para dar esquinazo a cualquier atisbo de decepción. Solo yo, la ciudad, la ilusión de la posibilidad de dejarme sorprender por el arte que desconozco, del que deliberadamente no me he informado. Solo yo, la ciudad, y el arte de las galerías que me han esperado en mi mañana perezosa sin despertador.

Fugaz visita a “Pelaires Projects”; dibujos y grabados de misteriosas mujeres en la naturaleza, comparadas estratégica e inteligentemente (por la época del año de la que acabamos de salir) con las proféticas sibilas mallorquinas, acompañadas en su enigma por un envolvente y evocativo texto de Gabriel Janer Manila, más que digno adversario en este parangón artístico entre dibujo y literatura. Me echan, doctor Google se equivoca, la galería no cierra a las 14.00h sino a las 13.30h. Me apresuro y pongo rumbo a “La Caja Blanca”, aún hay tiempo. ¡No puede ser! ¿También cerrado? Doctor Google atenta con persistencia a la felicidad de mi sábado perezoso. Pero no pierdo la calma, continúo mi errática andadura y me topo con la «Galería Kewenig». Abierta. Kewenig en su línea de artistas germanos con Bernd Koberling; contemplo, leo la hoja de sala, vuelvo a contemplar, y me despido con la ilusionante promesa de una próxima importante inauguración en la Lonja de Palma, lo mejor de la visita (lo siento, me aburre demasiado el arte abstracto actual).

Y me voy, prácticamente no estoy decepcionada; mi infalible técnica anti-desilusión me ampara. Me voy saciada con mi bocadito de arte este perezoso sábado por la mañana.

«Sibil·la» de Marta Blasco en Pelaires Projects,