Buenas seguro, rebeldes no lo sé

Ocho. Ocho artistas. Ocho artistas rebeldes. Ocho artistas rebeldes mujeres. Sa Quartera Centre d’Art de Inca recoge una muestra colectiva de varias creadoras cuyas obras parecen encajar en el lema de rebeldes con causa, y es que la mujer sigue teniendo muchos motivos por los que rebelarse ante el sistema actual, sin duda. Muchos hombres también. Pero lo interesante de esta exposición no es que recoja las creaciones de un grupo de féminas comisariadas por otras dos mujeres, madre e hija, coincidiendo con el día internacional de la mujer; lo realmente interesante de esta muestra es que los trabajos que en ella se exponen son buenos, más allá del sexo de quien los haya realizado. Y es que no sé hasta qué punto continúa siendo beneficioso el llevar a cabo exposiciones, o actividades, o manifestaciones o lo que sea, destinadas únicamente a las mujeres. ¿Qué sentido tiene luchar contra el sexismo fomentando iniciativas que limitan la participación a un determinado sexo? ¿No es eso sexista en esencia? ¿No es en el fondo paternalista? Aunque es verdad que la exposición que nos ocupa no se centra especialmente en recalcar que las autoras son mujeres, creo que empieza a ser peligroso el continuar promoviendo, en nuestro caso exposiciones, cuyo principal criterio discursivo venga determinado por el sexo del autor. Rebels amb causa es una exposición que destaca por la inclusión de obras de potente significado y sólida estructura conceptual, que dejan traslucir una mirada ácida y crítica respecto a la sociedad actual. El acierto de esta muestra no es tanto su presentación como colectiva, sino el haber seleccionado artistas con propuestas valiosas y prometedoras. En verdad, pocas cosas tienen en común los trabajos que se exponen, más allá de su calidad individual: diferentes formatos, diferentes técnicas, diferentes estéticas y diferentes enfoques, en algunos de los casos, completamente opuestos. Pongamos el ejemplo de Lluïsa Febrer, maravillosa en su sordidez de lo que se ha denominado “postporno local” con personajes de cuentos y series de animación pervertidos y obsesos, y Wai Kit Lam, poética y bella delicadeza en estado puro. ¿En qué se parecen estas dos propuestas? Me atrevería a decir que nada. O al menos aparentemente. El juego de la muestra con el espectador radica quizá en que éste encuentre en cada una de los trabajos expuestos dónde se encuentra depositada la particular rebeldía de la autora. ¿Y qué decir de la fantástica obra de Marina Planas, quien utiliza las nuevas tecnologías para hacer una crítica repleta de ironía sobre los convencionalismos sociales a nivel de comportamiento sexual y rol de género? Éstos trabajos y los demás de la muestra merecen ser destacados no porque los haya hecho una mujer y estemos en la semana que se dedica a visibilizarla, estos trabajos merecen ser destacados simplemente por una cosa: porque son buenos.

Crítica publicada originalmente en el Diario de Mallorca el 5 de marzo de 2018

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