Carne en guerra

¿Qué puede haber más triste que la imagen decadente de un mundo desolado por la guerra? Ésta es una de las premisas con las que el artista canario Juan Carlos Batista presenta su reflexión acerca del mundo. Tomando la forma de una interesante exposición compuesta de fotografía, instalaciones y otras obras bidimensionales de técnica mixta, Batista despliega en la planta noble del Casal Solleric toda una serie de metáforas visuales que dejan adivinar el desencanto del artista con respecto a la sociedad. Para Batista, el ser humano parece haber perdido toda su voluntad; su estatus ha sido degradado al de un simple pedazo de carne, sin capacidad de raciocinio y cuyos actos insensatos desembocan sin remedio en la guerra. Y bajo esta visión, en la que el hombre no es más que carne lánguida y estúpida, ¿qué diferencia a las personas de los simples objetos inanimados? En la exposición, de hecho, los objetos adquieren un papel protagonista, siendo mezclados continuamente con retales humanos. La alarmante escultura Elmer el cazador, en la que el cazador de la Warner llega a convertirse en su propio fusil, o la potente instalación Imposición, compuesta por un tronco de madera antropomorfo vestido con botas de soldado y equipado en su tercer miembro con una réplica de un AK 47, muestran la preocupación del artista por la hegemonía de las armas en el mundo. También provista de armas, una pintoresca y temible legión de animales hibridados con estos letales instrumentos, quizá dirigiéndose en pelotón hacia algún lugar, dispuesta a acabar con la hegemonía del hombre que los maltrata. Urna vacía o Mundial 14 son curiosas obras en las que la impresión de una gran cantidad de fotografías reducidas enmarcadas en esferas conforman en la distancia una reconocible imagen única. La exposición cuenta también con una colección de fotografías de dolorosa belleza, muchas de ellas de paisajes desamparados, apocalípticos escenarios que testimonian los desastres de la guerra (no en vano se hace también una inteligente alusión a Goya en una de las piezas de la muestra). Y en medio de todo esto, humo de explosiones, resultado de esa falta de capacidad crítica del hombre, que como mera carne triste, habita un mundo hostil que se le escapa al control.

Crítica de arte publicada originalmente en el Diario de Mallorca día 27 de agosto de 2018

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