La imagen de unos payeses bailando boleros mallorquines tiene nombre propio: Josep Coll Bardolet. Pero en la pintura de este mallorquín de adopción nacido en Gerona hay más que el simple retrato icónico del folclore de la isla. Las pinturas de Coll Bardolet son testimonio de una Mallorca fundamentalmente idílica y hermosa. Sus obras, curtidas en la tradición pictórica heredera del impresionismo, representan espléndidos paisajes, naturalezas muertas, escenas costumbristas o lugares tan emblemáticos como la Seu, Valldemossa o la Cartoixa.
La sede de la Fundación Cultural Coll Bardolet en Valldemossa exhibe de manera permanente la colección de pinturas que el propio pintor cedió al Ayuntamiento en el año 2005. Este compendio de obras constituye una interesante selección representativa de la trayectoria de Bardolet, en la que junto al destacado papel de los bailadores de redondeada figura y coloreados vestidos tradicionales en frenético movimiento, se pueden apreciar otras series como la denominada “Vall de Nuria” más eminentemente centrada en bellos paisajes. Pero es el trabajo del blanco, en un festival de matices, juegos de luz y sutilezas cromáticas, el que recoge con mayor maestría la esencia mediterránea que vive en la pintura del catalán. Toda esta colección permanente está expuesta en un museo coqueto, luminoso, moderno y agradable en pleno corazón de Valldemossa, muy cerquita de la celda de la cartuja donde Coll Bardolet residió durante sus últimos años.
Además de conocer mejor las diferentes facetas temáticas de la pintura de Coll Bardolet, quien visite la sede de su Fundación Cultural antes del 1 de julio, podrá ver la exposición temporal “BINARIO – 2 monos”, un proyecto creativo a caballo entre el diseño de interiores sostenible, arte y arquitectura, que pretende reflexionar entorno a la manera como el espacio se transforma en relación al individuo.
Artículo publicado originalmente en el Diario de Mallorca el 11 de junio de 2018
Con los ojos de Ana - Reflexión y crítica de arte 